domingo, 9 de noviembre de 2014

Tanatología, el arte de vivir preparando y engalanando muertos

Un crucifijo colgado en la pared posterior a la puerta de entrada le da la bienvenida cada mañana cuando ingresa al laboratorio de preparación de cadáveres. En ese cuarto frío el silencio es el soberano y la tranquilidad brota a flor de piel. Es martes y Rubiel Quinchila está preparado para seguir desempeñando su oficio de tanatólogo, el mismo que ha venido perfeccionando en los últimos 25 años. Por esta vez solo será supervisor puesto que dos jóvenes serán los encargados de ‘embellecer’ el cuerpo de un difunto que acaban de ingresar a la funeraria El Paso, ubicada en el Centro de Montería.
Mientras los dos muchachos bajan el cadáver embalado de la carroza fúnebre, Quinchila explica el paso a paso de la preparación de un cuerpo. Cuando este está sobre la camilla empieza el proceso, que es terrorífico para muchos, pero para los encargados de realizarlo ya es común y lo catalogan como un arte.
El cadáver es ubicado sobre la mesa de tanatopraxia, que se asemeja a una camilla, completamente desnudo. Lo primero que hacen los jóvenes es desinfectarlo, lo cual lo logran bañándolo en su totalidad con agua y jabón.
“Este paso es importante porque ante todo se debe tener higiene y seguridad ambiental al momento de realizar el proceso de preparación de los muertos”, dice Canchila.
Agotado este punto se procede a inyectar las soluciones químicas que conservarán el cuerpo en óptimas condiciones durante la velación del mismo.
Si es muerte natural para ello utilizan los químicos con nombres comerciales de Cavity y Arterial. El primero es un producto para el tratamiento desodorante, germicida y preservante de los órganos viscerales y cavidades en general de los cadáveres, mientras que el segundo actúa como humectante moderado, fija y preserva como un arterial multipropósito.
La distribución de estos químicos por todo el cuerpo se hace por medio de una cánula o manguera que se inyecta a través de las arterias carótida y femoral. Para lograrlo el tanatólogo toma un bisturí para realizar la primera incisión en el cuello y a través del pequeño orificio introduce el tubo que distribuirá la solución por las vías arteriales antes mencionadas.
Este procedimiento hace que a los 10 o 15 minutos, después de la inyección, el cuerpo se ponga rígido. En algunos casos logra, además, que los cadáveres de hombres tengan una erección.
La profesión de tanatólogo Rubiel Quinchila la aprendió por cosas del destino. Cuando estaba joven se dedicaba a vender zapatos en Medellín. Un día cualquiera, hace 25 años, alguien le propuso que trabajara para él en una funeraria y fue cuando empezó el camino que hoy lo tiene estable económicamente. Comenzó como asesor, vendiendo servicios funerales puerta a puerta, tanatólogo, luego supervisor y finalmente lo nombraron gerente administrativo de la Funeraria El Paso, la cual funciona en Montería desde hace 2 años y medio. Esta casa funeral está conformada  por el gerente, la secretaria, tres conductores y dos tanatólogos.
“En el laboratorio de preparación o morgue donde reposan los muertos solo se permite la entrada de los tanatólogos mientras se realiza el proceso. No se admite la permanencia de los familiares, por su tranquilidad, y tampoco de demás personas para evitar el desorden porque esto es un lugar sagrado”, explicó.
Luego de la inyección de los químicos proceden a sacar las vísceras y las acumulan en un tanque para preservarlas. Ese amontonamiento de órganos recibe el nombre de ‘bloque’. Las vísceras son picadas y luego las regresan al cuerpo ya sea sueltas o agrupadas en una bolsa por aquello de la higiene. El cadáver nuevamente es cocido.
El proceso de tanatopraxia en general tarda entre dos o cuatro horas. Ya finalizando se procede a taponar los orificios por los cuales podrían escaparse los fluidos del cadáver, como los oídos. El tanatólogo de turno toma en sus manos una larga tira de algodón y con la ayuda de unas pinzas la introduce en las zonas donde sus dedos no alcanzan a ingresar.
Finalmente viene el paso del maquillaje, por medio del cual el cadáver se deja impecable para luego ser vestido completamente con la ropa que designen sus dolientes.
El servicio funerario en su totalidad tiene un valor que va entre los 3 o 4 millones de pesos, pero el precio varía de acuerdo a las exigencias de los familiares que en algunos casos piden excentricidades como coches fúnebres específicos que son traídos de otras partes del país.
A los profesionales de este oficio los une la responsabilidad para algo tan sagrado como es la muerte. El respeto por los difuntos siempre lo tienen presente, al igual que por los dolientes. Cada vez que terminan un procedimiento, en el cual también manejaron sentimientos, sienten paz porque se esforzaron por hacer las cosas bien y le rindieron un homenaje a la vida trabajando, aunque haya sido acicalando un muerto.

Por: Ernesto Benavides Sierra

No hay comentarios:

Publicar un comentario